jueves, 26 de junio de 2014

Pablo y Bea


Sí, lo he vuelto a hacer... He hecho otra cajita. De hecho, otras tres cajitas. Umm... no! En realidad han sido cuatro... Igual se me ha ido un poco la mano. Pero es que tenía tantas ideas!!! Y tenía la excusa perfecta! Una boda! Así que tenía que plasmar mis ideas cuánto antes. Os enseño hoy la primera de las cajitas! La de la boda. Tenía muy claro cómo iba a ser y con qué colores, los de las invitaciones. Y muy de boda, vamos! Y el resultado de verdad que es muy bonito:




Para hacerla usé cosas que jamás había probado. Lo primero, un molde para hacer pétalos. Es de repostería, pero está demostrado que la decoración de tartas NO es lo mío. Así que uso los moldes de silicona con el fimo, que se me da un poco mejor, creo. Así que empecé con los pétalos de rosa de color blanco.



Y luego elaboré con fimo también los anillos. Muy realistas, porque hasta me los podía poner. Me los puse! Pero para no correr riesgos, los dejé tranquilamente en la mesa y los pinté en dorado. Sí, hubiera sido más fácil usar fimo dorado, pero no tengo, jaja


    

Para unir los anillos y que no se pierdan, usé una cuerda normal y los uní con un nudo y una gotita de pegamento. Y, una vez asegurados, los pegué a dos de los pétalos, que ya tenía listos, y un tanto envejecidos con pátina dorada.




Mientras el pegamento secaba, preparé con papel marrón la etiquetita. Escribí los nombres de los novios tal y como aparecen en su invitación de boda, en marrón chocolate y turquesa. La recorté con ondas en los bordes, y con una aguja perforé cada onda, para darle un aspecto de bordado. En la esquinita superior derecha, con la perforadora, le hice un agujero más ancho para unirlo a los pétalos y los anillos.




Y ya me puse con la caja. Tenía muy claro que quería darle un aspecto vintage. La técnica de la vela fue lo primero que se me vino a la cabeza. Así que pinté toda la caja de color blanco, dándole varias capas. Muchas. 


Y con una vela (en este caso sólo tenía de estas pequeñitas, pero al menos era blanca!) froté todos los bordes de la caja. Puse bastante cera, porque siempre me quedaba corta. Esta vez quería perfección!



Y ahora a pintar! Cmo el turquesa me resultaba muy chillón, lo suavicé mezclándolo con blanco hasta tener un azul lago muy bonito. Y pinté toda la caja. Con un puntito de agua conseguí darle un efecto aún más vintage y con unas betas muy bonitas.



Y ahora tocaba lijar las esquinas. Con un papel de lija de grano fino, fui rascando poco a poco todos los bordes, haciendo que saliera el blanco de base. Es lo que tiene pintar sobre cera :D


Y ya tenía la caja pintada, con el color que había imaginado y con el punto exacto de antigüedad. Ahora, a dejar secar!




Una vez seco, se me ocurrió añadirle un detalle más. Como tenía unas plantillas (sí, de decoración de tartas) con cenefas, decidí usar una muy sencillita, pero que le acababa de dar a la caja la gracia final. Juzgad vosotros mismos!


Una vez hecho todo lo anterior, ya podía colocar los pétalos con los anillos, y la etiqueta. Tras varias pruebas y opciones, me decidí por centrar los anillos y dejar caer la etiqueta a un lado. De esta manera, nada destacaba más que otra cosa. Y una vez, satisfecha, lo pegué con cola extra fuerte.




Pero este era el resultado exterior. Por dentro, decidí usar tela. Nunca antes había forrado con tela una caja. Creo. Y además tenía una tela del color perfecto. Marqué las medidas necesarias y la recorté. Y poco a poco, fui forrando el interior de la caja.



Para rematar los bordes, faltaba el toque marrón chocolate. Tenía ya una cinta precisamente de ese color, así que, no tenía opción! A pegarla pieza a pieza mientras el pegamento de la tela se iba secando muuuuuy lentamente...


Et voilá!



El último retoque fue pintar el cierre de la caja. Le di un aspecto más dorado, como los anillos, y más nuevo. Y ya estaba lista la caja!


Ahora sólo queda esperar que les guste a los novios. Desde aquí, ¡muchas felicidades!

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